Cuentos cortos | Gemelos.
Estaba oscuro y no recordaba donde había dejado el auto, recorrí las mismas dos cuadras tres veces y nada. Haciendo memoria lo recordé, lo había dejado a la vuelta de la segunda esquina porque cuando quise estacionar esa tarde, estaba todo ocupado incluso el parque. Siempre trato de no dejarlo tan lejos y menos frente a ese viejo y oscuro depósito, pero hoy no tuve opción… Caminando a su encuentro voy escribiendo un whatsapp para mi esposa: Estoy en camino mi amor! Qué hay de cenar?… Al no tener respuesta meto el celular en el bolsillo del jean y silbando bajo me apuro, llego al coche, saco la llave y miro de refilón para que nadie me sorprenda al abrir. Ya dentro tiro la mochila en el asiento trasero, meto la llave y le doy marcha, lo que hubiese sido el ronroneo de un motor en marcha de cualquier auto medianamente nuevo, en mi Ford Falcon fue un simple trac, pruebo de nuevo y trac, otra vez y trac. Intento encender la luz interna y esta me revela el problema, la batería está muerta.
Apoyo los codos en el volante, me tomo la cabeza con las manos, me froto la cara con fuerza y detengo un puñetazo directo al centro del volante, como si mi yo racional le dijese a mi yo iracundo… ¡Cálmate no ganas nada rompiendo todo! Vuelvo a la realidad y me pregunto: ¿Lo dejo acá y me tomo un taxi o llamo al remolque?
No puedo dejarlo, si lo hago, mañana solo encontraré los rastros de lo que fue un auto. Pongo el seguro de mi puerta, me desabrocho la campera, saco el celular y busco en _Contactos_ el número del seguro. Llamo y una fría máquina con vos de mujer me va enumerando las distintas opciones, escucho todas, elijo la correcta y ahora sí ¡Me atiende una mujer! Pero con una voz automática y fría me consulta sobre mi problema, su rigidez me hace dudar ¿Es humana o es una maquina otra vez?, su repregunta me saca de la laguna le cuento lo que ocurre y le doy la ubicación de donde estoy, me comenta que el tiempo de demora es de tres horas, me parece mucho y mordiéndome la lengua en silencio se lo agradezco; saluda y corta.
Me dispongo a tratar de dormir ese tiempo, retrotraigo el cierre de la campera y trato de acurrucarme, pero cuando voy a cerrar los ojos noto que está muy oscuro, mirando para todos lados busco el motivo y veo que en toda la cuadra no hay ni un solo poste de luz que funcione. Sólo hay una luz y está en diagonal en la vereda de en frente a unos treinta metros. Que sea solo esa luz en toda la calle hace que mí mirada solo vaya en esa dirección y que sienta cierta intranquilidad, la luz es muy tenue y podría decir que hasta parece triste. Como si fuera poco empieza a llover, tenue pero constante.
Con las gotas de lluvia colmando el parabrisas sigo esperando al auxilio mecánico, el deslizamiento de las gotas sobre los cristales arrastran la luz y modifican los contornos de las edificaciones, como si las paredes de estas se derritiesen, esto me genera una sensación rara que confunde mi siquis.
De pronto me encuentro mirando fijamente los desalineados bordes de las paredes que siguen desdibujando las gotas, estas ondulan igual que esa ventana, como así también hacen que se mueva esa extraña silueta en el hall de la puerta de ese depósito. Supongo que hay una puerta porque debería ser así, pero no lo sé, tampoco alcanzo a ver si está abierta o cerrada, solo veo el recoveco y la sombra que se mueve producto de las gotas, pero ahora se mueve muy raro, como queriendo salir a la vereda mojada, esto no parece normal, por eso bajo la ventanilla para ver qué es lo que se mueve detrás de la luz y ahora veo solo oscuridad sin movimiento, pero no para de llover, como era de suponer sin el cristal de por medio todo es normal. Cuando estoy subiendo la ventanilla me parece ver que la oscuridad se mueve, apresuradamente invierto el sentido de la manivela y mientras lo hago veo como la sombra se acomoda, repito la acción varias veces y siempre lo mismo. Con cristal se mueve, sin cristal no… Es el agua en el cristal que lo deforma todo, lo dije en voz alta para convencerme y no creer que alguna criatura Lovecraftiana me está asechando, además ¿Por qué lo harían?, ¿Por qué se interesarían en mí?, si yo no valgo nada para ellos, además no podría creer que seres como Dagón o Azathoth, podrían siquiera molestarse en un ser humano como yo, pero fundamentalmente porque estas criaturas no existen; o por lo menos es lo que dicen ¿no?
Miro al depósito y otra vez la sombra se mueve, pero no bajaré el cristal, ya lo supere y sé que no es real, solo es producto de la lluvia derrapando en el cristal, pero esta vez parece moverse diferente, pareciera que se ladea y que se estira hacia el auto como queriendo verme más de cerca, me parece ver que un rostro me mira, pero como sé que no es real no tengo miedo. Cerrare los ojos, contare hasta diez, los abriré y no pasara nada, uno, dos, tres, se escucha un ruido muy fuerte, parece que la lluvia se volvió tormenta, cuatro, cinco, seis, siete, no sé por qué me tiemblan las rodillas, debe ser por el frio, ocho, nueve, y… diez, pero de repente cuando voy a abrir los ojos, noto que no se escucha nada, los abro despacio y…Rrrrriiiinnnng!!!
Salto de la butaca, choco la cabeza contra el techo y veo como parpadea la pantalla del celular; se lee Llamada Entrante; sabía que ese sonido me mataría algún día, pero cuando lo elegí me pareció muy retro y me gustó.
La misma máquina fría de antes me informa que el remolque tiene demora por la lluvia y que el lapso podría ser de cuatro o cinco horas. Corto y reviso los mensajes, nada nuevo, mi esposa recibió el whatsapp pero todavía no lo vio, voy a llamarla para avisarle del problema con el auto, pero recuerdo nuestra pelea de la mañana y me digo: no le avisaré nada, que sufra un poco.
Apago la pantalla del celular, miro al parabrisas y veo que no ha parado de llover, ¿Pero entonces qué fue ese silencio?, recuerdo a la sombra y giro la cabeza hacia la luz del depósito y veo como esta se va apagando de a poco como perdiendo energía, a medida que la luz va retrocediendo al interior del foco, veo como la sombra crece, crece y se agranda a pasos enormes, entonces ya casi en tinieblas, me parece ver que la sombra sonríe.
Ahora no sé qué ocurre afuera, no puedo ver nada, está tan oscuro que creo tener los ojos cerrados, me los toco para cerciorarme y no están.
Sí, no están no hay nada solo cuencos vacíos, ¿Qué me está pasando? A pesar no tener ojos no siento dolor. ¡Ahora si la llamaré! busco con las manos el celular, pero no lo encuentro y en ese instante me doy cuenta, que por más que lo encuentre, no podre buscarla en contactos. Aterrado, grito tan fuerte que creo haberme destrozado los tímpanos, pero el problema es otro, en realidad no escuché nada, nada de nada; temblando dirijo las manos a los lados de mi cara, esperando no encontrar mis orejas, pero si están y eso casi me saca una sonrisa, pero entonces lo comprendo e intento lamerme el labio superior y por supuesto no puedo hacerlo, derrotado noto que muy de a poco estoy cambiando, que la oscuridad me invade, me consume y me arrastra…
Busco en mi mente la respuesta y no entiendo lo que está pasando, solo hay oscuridad y nada más.
Pero entonces lo comprendo, siempre estuvo cerca de mí, desde que nací, como si fuese mi antagónico gemelo, como el yin y el yang siempre me siguió, siempre me envidio, jamás lo soportó, lo presentí siempre; pero quién me creería. Ahora estamos juntos, ahora somos lo mismo…
Esa mañana como a las siete, llega el remolque, el chofer para el camión delante del auto y por el espejo retrovisor ve que no hay nadie dentro. Entonces lo sabe; el cliente se enfadó por el retraso y se fue en taxi,
“Esta vez sí me despedirán”
FIN
By: Ariel el Morador
Imagen: https://www.deviantart.com/czarnystefan/art/Hantise-430097473
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